Establecer unos servicios determinados, con un alcance acotado, actividades claras, roles y responsabilidades, hace que el trabajo sea más profesional e industrializado, donde todas las partes conocen qué se puede esperar del otro participante, cuál será la siguiente fase, lo que elimina incertidumbres, riesgos y, en general, insatisfacción. Definir procesos deterministas, donde desde cada actividad se sepan las posibles alternativas, caminos, criterios de decisión, etc. da mayor control y seguridad a todos los participantes. Definir estos procesos con una notación aceptada por la comunidad facilita la comunicación y aprendizaje. Esto se ha cambiado a un modelo de gestión de servicios donde encajan y se conjuga la definición del servicio (el qué), el proceso que se debe seguir (el cómo) y los niveles de servicio que se espera (el cuánto, cuándo, dónde), todo orientado en conseguir los objetivos finales y estratégicos (el por qué y para qué) de toda organización.